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Hemostasia, anticoagulantes e inhibidores de la agregación de plaquetas:
Los pacientes sin una hemostasia
adecuada de la herida están expuestos a un mayor riesgo de sangrado que, si no se controla, podría ser mortal.
Estos pacientes deben ser tratados y supervisados en un entorno de atención sanitaria que su médico considere
adecuado.
Tenga precaución al tratar a pacientes que estén tomando dosis de anticoagulantes e inhibidores de la agre-
gación de plaquetas, porque pueden aumentar el riesgo de sangrado (en relación con el tipo y la compleji-
dad de la herida). Al iniciar la terapia, deben tenerse en cuenta los niveles de presión negativa y el modo de
terapia utilizados.
Agentes hemostáticos aplicados en la herida:
Si se ven afectados de algún modo, los agentes hemostáticos no
suturados (por ejemplo, la cera ósea, las esponjas de gelatina absorbibles o el sellado de heridas con espray) pue-
den aumentar el riesgo de sangrado que, si no se controla, podría ser mortal. Proteja estos agentes para evitar que
se desplacen. Al iniciar la terapia, deben tenerse en cuenta los niveles de presión negativa y el modo de terapia utili-
zados.
Bordes afilados:
Los fragmentos de hueso o los bordes afilados pueden perforar barreras protectoras, vasos san-
guíneos u órganos y causar lesiones. Cualquier lesión puede provocar un sangrado que, si no se controla, podría
ser mortal. Esté pendiente de posibles desplazamientos en la posición relativa de tejidos, vasos sanguíneos u órga-
nos en la herida, ya que podría aumentar la posibilidad de contacto con bordes afilados. Antes de aplicar la terapia,
los bordes afilados o fragmentos de hueso deben eliminarse de la zona de la herida o cubrirse para evitar que perfo-
ren vasos sanguíneos u órganos. Siempre que sea posible, suavice y cubra completamente cualquier borde residual
para disminuir el riesgo de lesiones graves o mortales en caso de que se mueva alguna estructura. Al retirar los
componentes del apósito de la herida, tenga cuidado para no dañar el tejido de la herida con bordes afilados que no
estén protegidos.
Heridas infectadas:
Debe hacerse un seguimiento riguroso de las heridas infectadas. Es posible que sea necesario
cambiar los apósitos con mayor frecuencia que en las heridas no infectadas, según factores como el estado de la
herida y los objetivos del tratamiento. Si desea obtener más información sobre la frecuencia de cambio de los apósi-
tos, consulte las instrucciones de aplicación de los apósitos. Como en cualquier tratamiento de heridas, los médicos
y los pacientes/cuidadores deben controlar a menudo la herida del paciente, el tejido de su entorno y el exudado
para detectar si hay signos de infección, empeoramiento de la infección u otras complicaciones. Algunos signos de
infección son fiebre, sensibilidad, enrojecimiento, hinchazón, comezón, sarpullido, temperatura elevada en la zona
de la herida o a su alrededor, formación de pus u olor fuerte. Las infecciones pueden ser graves y pueden producir
complicaciones como dolor, molestias, fiebre, gangrena, choque tóxico, choque séptico y/o lesión mortal. Algunos
signos o complicaciones de infección diseminada son náusea, vómito, diarrea, jaqueca, mareo, desvanecimiento,
dolor de garganta con hinchazón de las membranas mucosas, pérdida de la orientación, fiebre alta, hipotensión
refractaria y/u ortostática, o eritrodermia (un sarpullido como de quemadura de sol).
Si observa cualquier signo del comienzo de una infección diseminada o en desarrollo en la zona de la herida,
póngase en contacto con un médico inmediatamente para determinar si debe interrumpirse la terapia.
Osteomielitis:
Este sistema de terapia NO debe iniciarse en una herida con osteomielitis no tratada. Debería consi-
derarse un desbridamiento minucioso de todos los tejidos necróticos inviables, incluidos los huesos infectados (si
fuera necesario), e iniciar un tratamiento antibiótico adecuado.
Protección de tendones, ligamentos y nervios:
Deben protegerse tendones, ligamentos y nervios para evitar el
contacto directo con los apósitos de espuma. Dichas estructuras deben cubrirse con tejido natural, con un material
no adherente de malla o con tejido modificado con bioingeniería para contribuir a minimizar el riesgo de desecación
o lesión.
Colocación de la espuma:
Utilice siempre apósitos de envases estériles que no se hayan abierto y que no estén
dañados. No coloque piezas de apósitos de espuma en túneles inexplorados o a los que no tenga acceso visual. No
fuerce la colocación de apósitos de espuma en ninguna zona de la herida porque podría dañar el tejido, alterar la
aplicación de la presión negativa o dificultar el exudado y la extracción de la espuma. Cuente siempre el número
total de piezas de espuma usadas en la herida y documente dicho número en la película transparente y en la historia
clínica del paciente. Documente también la fecha de cambio del apósito en la película transparente.
Extracción de la espuma:
Los apósitos de espuma no son bioabsorbibles.
Cuente siempre el número total de pie-
zas de espuma retiradas de la herida y compruebe que retira el mismo número de piezas de espuma que colo-