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| HISTORIA
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Respondía a las preguntas que le planteaban sus compañeros,
a raíz de las dificultades a las que tenían que hacer frente y
que son inherentes a las complicaciones relojeras. De un vis-
tazo, detectaba los defectos que impedían la ejecución de las
obras de sus compañeros y les ayudaba a mejorar sus valiosos
guardatiempos.
Pasaría toda su vida en el domicilio familiar, apegado a sus
raíces. Durante casi ochenta años se dedicó a trabajar y desar-
rollar sus obras de arte en relojería hasta que falleció en Le
Locle en 1826.
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Durante varios años dedicó la mayor parte de su tiempo a
perfeccionar un sistema de remontaje automático fiable y
robusto (hacia 1760). Esta idea comporta naturalmente la
noción utópica del movimiento perpetuo, pero sobre todo
el concepto práctico que permite eludir la engorrosa tarea
de dar cuerda con llave a los relojes de bolsillo. Alrededor
de 1770, Abraham-Louis Perrelet ya había perfeccionado y
montado varios movimientos equipados con una masa para
dar cuerda denominada « martillo », desarrollan do así una pri-
mera versión del movimiento de cuerda automática llamado
« movimiento de sacudidas ».
Unos años más tarde — y tras varios problemas de resistencia
debido a los impactos sufridos por el movimiento al llegar la
masa de « martillo » al final de su trayecto —, perfeccionó un
sistema de masa oscilante fijada en el eje central del movi-
miento, que en la actualidad se conoce comúnmente como
« rotor ».
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reLoJero
Durante varios años fue uno de los maestros relojeros de las
montañas de Neuchâtel. Sumamente hábil y con una firmeza
extraordinaria en las manos, permaneció en activo hasta el
final de su vida. El Museo internacional de relojería de La
Chaux-de-Fonds (MIH según sus siglas francesas) posee lo que,
sin lugar a dudas, es una de las últimas piezas de Abraham-
Louis Perrelet, que realizó cuando tenía nada menos que 96
años.
Abraham-Louis Perrelet tuvo muchos discípulos, algunos de
los cuales perpetuaron su obra. Entre estos, cabe mencio-
nar particularmente a Jacques-Frédéric Houriet, quien reci-
bió el título de « padre de la cronometría suiza » y quien fue
su aprendiz durante dos años, antes de irse a trabajar a París
con Julien Leroy. Asimismo, mantuvo una estrecha relación
con Abraham-Louis Breguet y Louis Berthoud. Uno de sus dis-
cípulos más brillantes sería sin duda su nieto, Louis-Frédéric
Perrelet.
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La llama del genio relojero se transmitió de Abraham-Louis
a su nieto Louis-Frédéric Perrelet. Este último nació el 14 de
mayo de 1781 cerca de Le Locle. Desde su más tierna juventud
manifestó una gran atracción por la mecánica y las matemáti-
cas. Tras convertirse en un obrero muy diestro en el taller de
su abuelo, Louis-Frédéric dejó Le Locle a fin de completar su
formación en París. Abraham-Louis Breguet, relojero ilustre,
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