diseñadas para inflarse en choques frontales y semifrontales, no en
volcaduras, impactos laterales ni impactos traseros, a menos que el
choque provoque una desaceleración longitudinal suficiente.
Las bolsas de aire se inflan y
desinflan rápidamente al activarse.
Después de que la bolsa de aire se
infla, es normal observar residuos de
polvo, similares al humo, u oler el
propelente quemado. Esto puede
consistir en fécula de maíz, polvos
de talco (para lubricar la bolsa) o
compuestos de sodio (por ejemplo,
bicarbonato de sodio), producidos
por el proceso de combustión que
infla la bolsa de aire. Es posible que
haya pequeñas cantidades de
hidróxido de sodio que pueden
irritar la piel y los ojos, pero
ninguno de los residuos es tóxico.
Aunque el sistema está diseñado para ayudar a reducir lesiones graves, el
contacto con una bolsa de aire que se infla también puede causar
abrasiones, hinchazones o pérdidas temporales de la audición. Debido a
que las bolsas de aire se deben inflar rápidamente y con una fuerza
considerable, existe el riesgo de muerte o de lesiones graves tales como
fracturas, lesiones faciales y oculares o lesiones internas, particularmente
para los ocupantes que no cumplen con las medidas de seguridad o están
mal sentados en el momento en que la bolsa de aire se infla. Por lo
tanto, es extremadamente importante que los ocupantes estén
correctamente sentados y lo más lejos posible del módulo de la bolsa de
aire, sin dejar de mantener el control del vehículo.
Los componentes del sistema de bolsa de aire se calientan
después del inflado. No los toque después del inflado.
Si la bolsa de aire se ha inflado,
ésta no volverá a funcionar y
se debe reemplazar inmediatamente.
Si la bolsa de aire no se
reemplaza, el área sin reparar aumentará el riesgo de lesiones en un
choque.
Asientos y sistemas de seguridad
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